lunes, 9 de mayo de 2016

LA RELEVANCIA DE LAS EMOCIONES: 1ª parte.

LA RELEVANCIA DE LAS EMOCIONES: 1ª parte 

Las emociones son como unos programas automáticos que nos facilitan la vida, pese a que no nos damos cuenta de su funcionalidad.
Estos programas hacen participar a todo nuestro cuerpo, tanto exterior como interiormente. Interiormente incluyen pequeños cambios transitorios en los órganos y en el funcionamiento que conecta a esos órganos; también percibimos sensaciones de esos cambios.
En la vida moderna, llena de compromisos como el ir a trabajar, hacer la compra, llevar y recoger los niños del colegio, y un largo etcétera nos quitan mucho tiempo y no prestamos atención  a pequeñas claves que nos indican que algo está ocurriendo, como ser esos cambios en nuestro interior. O sea que muchas veces no atendemos a esas señales que nos indican que hay ciertos problemas que es prioritario resolver; salvo que los mismos sean muy notorios. Nos programamos para responder a las cosas que son verdaderamente importantes como el ir al médico, asistir a una reunión en el trabajo, poniendo alertas en el calendario o en el móvil; esta estrategia del aviso en el móvil es muy útil porque nos advierte que tenemos que hacer determinada tarea o realizar alguna acción al respecto.


Alarma recordatorio


Y si tomamos como analogía el semáforo, según la luz que se encienda así nos comportamos o como el ejemplo del móvil, que con un tono nos alerta de una determinada hora y fecha en la cual tenemos un compromiso, lo mismo ocurre con las emociones nos dan una señal que indica que hay un problema que tenemos que resolver.










Las señales serán diferentes según la emoción que se trate, ellas nos ilustran qué está pasando y cómo debo reaccionar; pero muchas veces creemos que cuando se presenta esa señal que significa la presencia de una determinada emoción, que la emoción es el problema, pero no es la emoción lo que nos altera, sino el no saber QUÉ y CÓMO tenemos que hacer para poder solucionar la dificultad. La emoción  es como el semáforo o como el tono del teléfono, nos advierte de algo que hay que darle solución y además según sea la señal (de miedo, de tristeza, de vergüenza) nos estará indicando QUÉ problema tenemos; dependerá de nosotros el CÓMO resolverlo.
El hecho de que experimentemos una emoción como el miedo, o la tristeza, no es grato ni placentero, porque las sensaciones de esas emociones, precisamente, no son agradables, pero las mismas nos están informando de que hay algo que resolver y por lo tanto nos tenemos que poner en acción. No ganamos nada con tapar esas emociones desagradables, o el tratar de escapar de ellas; con esa evitación lo que conseguimos es llenarnos de más dificultades y por lo tanto agravar aún más el problema.  
No utilizamos gratuitamente esas estrategias defensivas tales como: no querer ver, evitar, esconder la cabeza, sino porque creemos que no vamos a poder con el problema que se nos presenta y eso no es censurable sino que es muy humano, pero tenemos que tener claro que esos mecanismos defensivos sólo nos pueden aliviar momentáneamente, con el paso del tiempo la situación se tornará más grave.
Una manera que resulta difícil en un primer momento pero que después de varios intentos es  muy adaptativa, es el  poder hacerle frente al problema que esa emoción nos informa,  una vez que hemos sentido la emoción lo prinicpal es tratar de no evitarla, sino poder tomar conciencia de esa situación, tomarnos tiempo, ver las distintas opciones y posteriormente encontraremos la solución, muchas veces desconfiamos de los recursos que poseemos, y nos sorprenderemos a nosotros mismos de lo que sí somos capaces de afrontar.



Edison Meneses Torre
Psicólogo
Atención psicológica adolescentes y adultos.
 
 

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